Por: José Leonidas Díaz, Universidad de las Artes
Guayaquil, 19 de noviembre 2019
PROMESAS TEMPORALES: Chelo, Héctor Napolitano, Alex Alvear, Hugo Idrovo, Dany Cobo y David Gilbert.
Foto: Bolo Franco, 1986
¿Cómo se creó la agrupación Promesas Temporales y cuál fue su participación en la misma?
En 1981, a mi regreso del Perú, me mudé a Quito para reunirme con el compositor guayaco Juan Carlos González, con quien venía tocando desde el colegio. Uno de esos días allá, después de años sin vernos, Napolitano y yo nos reencontramos y por esas bondades del destino, a día seguido conocimos a Alex Alvear. Los 4 hicimos liga de una, pero en 1982 seguí viaje a Nueva York. Ellos siguieron dándole al oficio, unas veces juntos y otras no. Cuando volví a Quito a fines del 83 con instrumentos nuevos, les propuse formar un sólido grupo con pura obra propia. González se negó y prefirió los estudios sociales. Alex y Napo aceptaron con todas las ganas. Fundé la banda con ellos y puse el nombre de Promesas Temporales, a lo largo del tiempo que duró, de 1983 a 1986, fui su director artístico y manager.
¿Cómo era la manera de trabajar entre los músicos de esta agrupación?
En sus comienzos el repertorio era casi todo temas míos, pero para mediados de 1984 Alex y Napo empezaron a aportar con sus composiciones. En el 85 fuimos a participar en un intenso Inti Raymi en Imbabura y de allí empezamos a innovar los ritmos tradicionales de los Andes ecuatorianos. Vivir en comunidad influyó muchísimo, no parábamos nunca de jamear, ensayar y componer. Cada canción nueva se planteaba en los ensayos diarios. Dany era sencillamente único, por su carisma e insuperable como violinista. Chelo, un tipo elegante, de gran memoria musical. David, siempre intuitivo y preciso al dar sutiles espacios a tres solistas, algo nada fácil. Alex, súper disciplinado, de refinada exquisitez creativa. La dirección musical nadie se la quitaba al genial mago negro Napolitano. Era un verdadero placer trabajar los arreglos en colectivo.
¿Cuál era el contexto sociocultural en el que vivían y se movían cada uno de estos músicos?
Todos pertenecíamos a la clase media, pero optamos por vivir proletariamente en Guápulo, entonces un apartado barrio popular de Quito. Vivíamos todos juntos en una casa enorme situada en la calle Camino de los Conquistadores. David vivía también en Guápulo, pero cuarto aparte.
¿Conoce de otras agrupaciones musicales que ejecutaban música de fusión progresiva experimental en Ecuador entre los años 70 y 80?
En Quito conocí a algunos integrantes del grupo Amauta, que pregonaban de hacer folclor progresivo, pero nunca los vi tocar en vivo ni en ensayos. Después de Promesas Temporales, en Cuenca surgió la magnífica banda Tahual y en Quito, Canela y Kaya Puka.
¿Cuáles fueron sus referentes musicales y sonoros en ese entonces que aportaron a la producción del LP?
Sumamente variados. Las referencias venían de todas partes y no nos importaba su procedencia, solo su calidad. Lo interesante fue lo que hicimos con ellas.
¿Quién es o quiénes son los autores de la letra y la música de cada uno de los temas del LP?
A principios de los años 80, como te dije, tocaba con Juan Carlos González y eventualmente con Eduardo Flores, otro compositor guayaquileño. Por eso es que en nuestro repertorio y en el disco incluí Esta Historia no es de Risa (González) y Amigo Trigo (Flores). También incluí Levanta el Brazo (González-Idrovo). Los demás temas son de Alvear, Idrovo, Napolitano, Alvear-Idrovo, Alvear-Napolitano, Idrovo-Napolitano.
Napolitano, Idrovo y Alvear. Concierto de PROMESAS TEMPORALES en el Teatro Auditorio Las Cámaras, Quito.
Foto: Marcela García, 1985
¿Existe un antes y un después en tu carrera musical a partir de tu experiencia en la agrupación?
Claro que sí. Yo venía de ser solista, un trovador, nunca antes había formado ni sido parte de un grupo. Haber trabajado con esa clase de músicos, compartido tantas aventuras y travesuras, el convivir como hermanos día tras día, me marcó para siempre. Nos influenciamos y nutrimos mutuamente para lo musical, lo artístico y lo personal. Seguro que hasta la muerte llevaremos del uno y del otro en el compás, pulso y aliento.
¿Cómo fueron los procesos de pre pro y post producción del LP?
Nuestra propuesta escénica y musical tomó por sorpresa a todo el mundo. Eso nos hizo blanco de mucho rechazo y prejuicio. Nos gritaban de todo en los primeros conciertos: “¡Alienados!… ¡Imperialistas!… ¡Eso no es folclor!”, cosas así o peores. Y para colmo, el gobierno de León Febres-Cordero, nos tildaba de “subversivos”, “agitadores”. Todo eso nos negó cualquier cantidad de auspiciantes y respaldo de la prensa, pero yo, como líder de la banda, tenía que sortear toda esa mala onda y empujar para adelante. Así que a fines de 1985 me fui a la provincia de Imbabura, en donde nuestra música era muy querida y respetada. Conseguí en Ibarra el auspicio que necesitábamos para grabar el LP. En lo musical, todo lo teníamos resuelto desde antes de entrar al estudio. Nos conocíamos demasiado bien.
EL LP PROMESAS TEMPORALES
Portada del LP (33 RPM) PROMESAS TEMPORALES, 1986. Diseño: Juan Lorenzo Barragán
¿Participó en la creación de los arreglos musicales del LP?
Por supuesto. La voz principal y arreglos en cada canción estaban a cargo de su autor. En el caso de Esta Historia no es de Risa, Alvear pidió poner la voz. En todo momento valorábamos el buen aporte y la opinión de algún compañero. Nada se hacía sin un consenso previo.
Desde la perspectiva de los géneros y estilos musicales ¿cómo definiría el tipo de música que se produjo en su experiencia con la agrupación?
En ese tiempo lo llamamos Canción Experimental Ecuatoriana, pues al término Fusión no lo conocíamos.
¿Hubo alguna intención política en las composiciones musicales de la agrupación Promesas Temporales?
Estaba claro que éramos contrarios a la violencia, las guerras y el totalitarismo. Manteníamos una clara posición de izquierda, aunque evitábamos la proclama panfletaria en los escenarios. Nuestras letras y canciones de amor, paz, solidaridad y libertad, hablaban por nosotros. La banda se hizo fuerte al mismo tiempo en que hacían de las suyas los gobiernos paranoicos y ultraconservadores de Ronald Reagan y Febres-Cordero. A la larga pagamos las consecuencias.
¿En qué estudio de grabación y con qué productores se decide realizar la producción del LP?
Trabajamos en Estudios OCTAVO ARTE, Quito. La grabación se hizo entre enero y febrero de 1986. El técnico de grabación fue César Corral. La producción corrió a cargo de Alvear, Idrovo y Napolitano.
¿Qué le parecieron los procesos de mezcla y master del LP?
Entretenidos y tensos, bien balanceaditos diría yo. También pagamos mucha novatada; confieso que nos pelamos con la batería por ignorantes y volados. Para la masterización y la impresión, Napo y yo trabajamos en los estudios FEDISCOS de Guayaquil.
¿Conoce los tipos de equipos técnicos que se usaron en la grabación?
Grabamos todo análogo, en una consola MCI de 16 canales con Dolby Sistem (igualita a la que entonces tenía Discos FAMOSO en Guayaquil) y un Multitrack MCI de 16 canales con cinta AMPEX de 2 pulgadas. La mezcla final y master salieron en cinta AMPEX de ¼ de pulgada.
¿Se utilizaron técnicas microfónicas en la producción del LP?
Ninguna que se destaque. Nada especial ni experimental. Tuvimos micrófonos Neumann para las voces y Sennheizer para la batería y algunos instrumentos acústicos. También acudimos a un teclado sintetizador análogo Roland JUNO-60, para matizar las tensiones.
¿Se realizó la producción del LP con instrumentos exóticos, raros, exclusivos o se utilizó instrumentos acordes a los ensambles instrumentales de las agrupaciones musicales de esa época?
Como yo andaba bien encariñado con el cajón peruano, a comienzos de 1985 recluté al limeño Alonso García-Miró, quien no solo le dio tremendo fuelle al asunto en vivo sino también el sello que faltaba al manicomio. De Nueva York me había traído un original instrumento acústico marca McNally llamado Stringed Pennywhistle, al que rebauticé Tricordio, lo hice funcionar muy bien con las canciones de fusión andina. El resto fue lo mismo que usábamos en concierto: tambores batá, contrabalde (washtube bass), viola, violín, flauta traversa, mandolina, banjo, tres cubano, tiple, bajo y guitarras eléctricas Fender, guitarras acústicas (folk y española) de 6 y 12 cuerdas de marca Lara, Ibanez y Alvarez. Nuestros percusionistas invitados usaban congas, bongó, timbaletas. Nada fuera de lo común.
¿Cuál era el sonido final que querían para el LP?
Sonar como sonábamos en vivo.
¿Cuáles fueron las vías de promoción y circulación del LP?
Para marzo de 1986, cuando lo sacamos, la banda ya estaba arriba. Hicimos un concierto grande para lanzarlo y ahí mismo se fue la mitad del tiraje. La otra mitad nos la compró la cadena de almacenes J.D. Feraud Guzmán. Hoy esos LPs son piezas de colección.
¿Cuál fue la reacción de la audiencia frente a la música que ejecutaban?
Al comienzo era como si veían a una ballena saltando en el río Guayas. Al final, una delicia de rito donde la gente disfrutaba y cantaba con nosotros. Integramos escenografía con vestuario y luces. Temas sólidos con solos interminables, buen humor y mucho fílin. La ñañería se reflejaba en cada improvisación y cada nota. Montábamos un aquelarre general con nuestro público y los festejos de camerino fueron inolvidables.
Según el público ¿Qué tipo de música ejecutaban?
La de… “Promesas”.
¿Cuál es el legado musical que dejo el LP Promesas Temporales a las siguientes generaciones de músicos contemporáneos?
Que toda buena carrera musical se hace con obra propia, autenticidad, constancia y dedicación. Sobre todo con obra propia.
¿Es verdad que la agrupación terminó su ciclo musical debido a la partida de Alex Alvear a EEUU?
Es verdad. Alex era irremplazable. Gracias a él conseguí que la banda tenga fuerza y propósito para intentar dominar a ese huracán napolitánico que nos llenaba de risas y preocupaciones. Napo era y sigue siendo el exceso y la genialidad desbocados. Pero resultó que estábamos en una lista negra de supuestos “insurgentes sediciosos” que dizque “amenazaban desestabilizar” al febrescorderato. Lo sospechábamos, nos habían alertado, pero no quisimos creerlo. Pudo pasarle a cualquiera de nosotros, pero le pasó a Alex. Una tarde de fines de 1986, él fue secuestrado en media calle y a plena luz del día por agentes de seguridad del Estado. Gracias a la influencia de su familia –su padre ex oficial del ejército y su madre estadounidense- y el apoyo de amistades cercanas al régimen conseguimos que un par de días después fuera liberado. Lo dejaron tirado vendado y algo maltratado en una carretera al norte de Quito. Quiso el destino que no haya sido uno más de los tantos torturados, asesinados o desaparecidos por los socialcristianos. Enseguida de eso emigró a los EEUU y se quedó allá por más de 25 años. Así fue cuando y como, en su mejor momento, la banda se acabó y honró a su nombre.
¿Han pensado o hecho planes para volver a reunirse?
He tenido propuestas, y muy buenas, pero no me han interesado. Te diré por qué: lo que pasó en esos años fue incomparable y no es posible que pueda repetirse. Fueron otros tiempos, días alegres, de hermandad sólida y pura, sin corrosiones ni puñaladas del maldito ego. Hoy concebimos a la vida y pensamos de muy distinta manera. Pueda ser que algún rato se llegue a recrear algo, pero lo que dimos y lo que hicimos nunca más volverá a pasar. Más claro, ¡ya fue! Lo único que ahora tiene valor y sentido, al menos para mí, es lo que esa experiencia sirvió para el crecimiento y el aprendizaje de cada uno.